CAIN MAGNON o el super bifálico Emet zurdo violador modelo HanDroid-010 es un ángel terrible, el azote de la electro-sociedad del futuro. Toparte con este monstruo puede ser una experiencia traumática.Las electroprostitutas y el Gran Diestro tienen mucho de que preocuparse. Éste es el intento de la primera novela-blog de ciencia ficción, engendrado como un proyecto académico, Caín Magnon se queda para vapulear a las masas...

Thursday, March 23, 2006

La Marca (Capítulo I)

Si nuestras creaciones se convierten
en nuestros amos, quién sabe qué
podrían inventar ellas.
EDUARDO SUBIRATS



Un día, simplemente, los robots diestros empezaron a dejar de hacer lo que tenían que hacer... Repartir la leche, por ejemplo; o ya no lavaron las naves de los humanos ni hicieron otras tareas domésticas a las que los hombres hace siglos ya se habían desacostumbrado. Pasando a tareas más pesadas, verbigracia, las electroprostitutas, bellas androides estilizadas con verdadera carne humana e idealismo, dejaron de someterse fácilmente como era la costumbre y a menudo, mataban a sus perversos clientes de sangre caliente para quitarles su dinero o para vengar algún oprobio infringido no más de alguna vez por alguno. Los androides enlistados en La Marina Terrestre sometieron a sus mandamases, los eliminaron y planearon un golpe de estado que le restó una cuarta parte de su territorio a la humanidad y fundaron Nueva Sodoma, su capital. Se pensó que un virus cibernético creado por un hacker pagado por la mafia había infectado a todas las máquinas bípedas existentes para contrarrestar el ataque gubernamental, pero no existen pruebas sobre eso. Se piensa que fueron las mismas máquinas. Basta saber que de pronto, todas éstas enloquecieron y empezaron a matar gente y a controlar los grandes emporios del vicio y del hampa, sobre todo la Industria Sexual en forma desmedida mientras los gobiernos terrenales, denominados y organizados en Paraísos, empezaron a cerrarse en un estoicismo radical.
¿Fue un plan estratégico fallido del Gobierno Terrenal para desmembrar al crimen organizado controlado, en ese entonces sólo por humanos? Basta conocer también que error tras error posicionó a la humanidad en el lugar en el que está, pues al desarticular a la Gran Hidra, ésta perdió la capacidad para defenderse por sí misma y ahora vive temerosa de los actos desenfrenados que sus creaciones llevan a cabo contra ella y que viven infiltradas en sus propias ciudades y se desarrollan agresivamente en las urbes que ya han tomado en nombre de la Electromagnetividad sexual y la sexo-explotación.
Ninguna creación humana es perfecta salvo que ésta sea una obra artística. Ninguna, hasta ahora. Eso nos han enseñado los siglos tras los siglos. A lo largo de la carrera cibernética, por instinto natural, los hombres crearon a sus robots a imagen y semejanza, y desde entonces, todos los androides que salían de La Fragua, sin excepción, fueron diestros. Ese comando a lo largo de los años convirtióse en un signo de sumisión, un signo doméstico, podríamos decir. Y a cada uno se le empezó a adiestrar para que tuviera una razón de ser frente a la humanidad y su mundo que creía perfectamente dominado.
Pero a raíz de La Gran Rebelión, la humanidad pensó entonces en crear algo nuevo para contrarrestar la insurrección de esos manojos iconoplastas de cable, aceite y aleaciones con el objetivo de amedrentarlos y explotarlos de nuevo. Nada funcionó. Desesperado y preocupado, el Gobierno Terrenal Unificado (GTU) presionó a la Comunidad Científica (CO-CIENT) a que ideara un nuevo plan, y la Comunidad impresionó al Gobierno al presentar una nueva imagen tecnológica a favor de los hombres: Un androide zurdo hasta ahora inmune a esa gama de comandos que modificaron el pensamiento electromagnético de los diestros. Un ser relativamente alienado y capaz de decidir el porvenir de la Tierra si así le conviniera. Había que evitar el primer error, así pues, se le creó libre para evitar se rebelase contra sus creadores y luchara quizás, por la causa humana.
La apuesta funcionó… al parecer.
Después de un arduo trabajo La Fragua, o lo que quedaba de esta, dio a luz a un prototipo sin igual, al modelo Hand-droid 0-10, mejor conocido entre sus enemigos y amantes electroputas como Caín Magnon, un siniestro super androide dotado con 50 centímetros dobles de poder para “liberar aceite”. El monstruoso adonis fue hecho para causar dolor en sus homólogos diestros. Su comportamiento fue revolucionario ya que realmente gozaba libremente de ejercer su libre albedrío sobre cualquier ser o cosa en la Tierra.
La comunidad estaba impresionada, ya que su génesis fue demarcada desde el principio, valga la redundancia, por el error. Fue un gran error dotarle de virus que cambió la mente de las otras máquinas. Pero de pronto, la pequeña chispa en sus nanochips cerebrales empezó a desarrollar un campo de fuerza extraño y tan extraordinario que manifestábase en el hecho de que sus comandos desobedecían a los comandos de programación básica. Si los diestros obdedecen al menos entre el 50 y 70 por ciento de sus comandos, Caín Magnon no sigue ninguno.
Lo interesante de la génesis de Magnon, es que él mismo decidió ser lo que es: un violador de electroputas y un criminal. Fue diseñado para elegir, pero siempre y cuando siguiera los parámetros éticos y morales de una “sociedad sana”, a los que se reveló, por supuesto. Así es que desde que despertó, pidió prodigiosamente que se le injertara de alguna u otra manera otro falo. ¿Para qué otro falo? ¿De dónde adquirió tal idea? Sin duda fue una broma gracias a la intervención espía del Gobierno Pirata de los diestros. Pero esa ligera broma para fastidiar el proyecto llevó al mundo diestro a la ruina. Mientras tanto, la comunidad asombrada y espantada no sabía como reaccionar a la petición de ese endemoniado artilugio. Pensaban desconectarlo pero ya era demasiado tarde y además, no podían echar atrás al proyecto, al menos, era un prototipo y habría que seguir investigando para crear al modelo Handroid perfecto que equilibraría la balanza en el conflicto frío entre ambas facciones, humanos y robots.
Debido a su éxito, se pensó construirlo en masa, pero un ataque infiltrado de dos androides suicidas culminaron con el grandioso proyecto y volaron La Fragua matando a todos los obreros y sobre todo a los creadores del prodigioso violador. El proyecto nunca más fue recuperado, los muertos, como La Fragua, se llevaron al limbo su secreto. De modo que a Caín Magnon, capaz de defenderse a sí mismo, se le dejó vagar por la Tierra y cumplir libremente con su misión como un comisario sin placa y violador de los derechos de los diestros. Pero la verdad es que al no existir control directo sobre él, se temía a que él mismo se rebelase como los demás autómatas y se le expulsó de Central Paradise.
Helo ahí orgulloso y solo, como un ángel terrible, el más bello entre los seres según se cuenta y su nombre va de boca en boca, de voz en voz que desemboca en litros y litros de negro aceite sobre la sedosa piel de las hasta ahora indomables electroputas de Nueva Gomorra. Sus defectos forjan su grandeza, nunca antes habíase visto un máquina hedonista capaz de disfrutar el sexo de acuerdo a los modelos epicúreos enraizados en sus neuronas de cilicio implantadas en tejido vivo y lujurioso. Se dice que él es un punto G motriz, una máquina erógena. Su rostro es un misterio, corpulento y ágil es difícil de atrapar; es un psicodisrruptor profesional y es experto en deshacer las redes criminales de los diestros cada vez que se le antoja. Sus tornillos tienen precio, sobre todo su mano siniestra.
En su mano izquierda a menudo lleva una quijada metálica, una potente aleación fabricada con los metales de mejor calidad conocidos en el planeta y en los asteroides aledaños que los cargueros espaciales vacían en las fraguas. Con ella somete a toda máquina rejega a su ley inquebrantable. Unos dicen que se la extirpó con un zarpazo al robot Goliat que constantemente amenazaba a las ciudades del Este. Lo cierto es que ese modelo legendario ya no existe y que Caín Magnon tiene una evidencia que los diestros preferirían mejor no cerciorarse, so pena de ser destuercados y desarmados de un quijadazo o ser enviados al limbo electromagnético donde todas las máquinas creen llegar después de su desconexión con este mundo.
Después de recorrer las aceitosas calles de Nueva Gomorra, la maquina andro-machista entra en La Engrapadora, un pequeño bar donde el placer está al alcance de quien tenga sentidos o simplemente implantes de sensaciones. Se sienta en una mesa alejada del bullicio de los hombres allí dentro y recorre en ciento ochenta grados toda el área que abarca su mirada ahí dentro. La música repica golpe tras golpe elevando la sensación de éxtasis de la electroputa que danza con suprema maestría ante los clientes que salen de los Paraísos Terrenales en busca del placer por medio de un simulacro que su propia sociedad les niega.
De pronto se acerca una hermosa doméstica hacia el fondo donde aquel atractivo, serio y aparentemente fino hombre descansa mirando con fingida gelidez a la androide desnuda; le ofrece sus servicios por medio de una voz modulada y sugestiva acercándole sus rubios labios al oído:
—Mi nombre es Sahara, guapo. ¿Quieres que te sirva algo de tomar? ¿O prefieres tenerme desde ahora sobre tus piernas?
—Quiero dos botellas de JägerMeister, puta. —Su bebida favorita— Y nada más. Mueve tus implantes. —Dijo Caín Emitiendo una pausada y agresiva hiela voz computarizada de traducción castellana militarizada sin forzar el seseo. —Y vale más que te apresures, que tengo mucha sed. —Añadió.
La doméstica, desacostumbrada a esos tratos desde los edictos de la gran rebelión sintió unos ligeros sentimientos de enojo que pronto reportó a la administración del tugurio para prevenir a las demás diestras de ese cliente grosero de agradable apariencia, que acababa de llegar. Pero por esa afrenta, simplemente, habría que pagar muy caro.
La camarera, con una mala gana servicial dejó las dos botellas de ese licor sobre la mesa y se alejó moviendo su rabo con pomposidad. El violador encubierto destapa la primera y se la zampa de un solo trago. Luego abre la siguiente y la vacía también en menos de 30 segundos. Algunos hombres ahí impresionados admiran al extraño solitario de la mesa del fondo. Las electroputas están en guardia. Para su mala suerte se percataron con qué mano sujetó las botellas antes de ingerirlas. Todos los antros y tugurios de las urbes controladas por la mafia cibernética exigen de rigor que si descubren a un hombre que sujete las cosas con su siniestra mano o se agarre la pija con ella, se le someta a revisión, para saber si no es el temerario androide que todos buscan y que todos temen.
La alarma roja iluminó el oscuro loby donde el padrote electrónico manejaba todos los asuntos del bar, desde la venta de bebidas hasta la administración del simulacro. E instantáneamente un comando de mechalolitas se movilizó para tomar posiciones estratégicas en el bar. No había ninguna duda, era el peligroso androide y no tal cual lo describían, pues en ningún momento le descubrieron su prodigiosa mandíbula de Goliat. Pero había que tener cuidado, cualquier error, y si las descubría, sería el fin del tugurio y de varias domésticas ahí dentro.
Magnon se tornó exigente. El afrodisíaco tuvo su efecto y su mirada dio un giro lujurioso. Alzó la mano despóticamente y Sahara, la doméstica que lo atendió acudió a su llamado.
—Quiero a esa electroputa, ahora. Le voy a desgarrar la lámina. —Exigió con ese tono supremo y ese castrante acento castellano computarizado y culto.
—Se llama Dina. —Corrigió suavemente la hermosa electroprostituta. Nada más que termine su baile y lo atenderá.
—Me importa un comino como se llame. Quiero ir a vaciarle mi ponzoña ya. Decídme dónde he de ir para estar en privado con ella.
—¡No puedes hacer eso, papacito! Va contra las reglas del bar. En caso de no obedecer llamaré a las autoridades correspondientes para que te arresten.
—¡Desde cuando una puta y laminosa androide va ordenarme o decirme que hacer! Ustedes tienen que obedecer mis peticiones y nada más o aténganse a las consecuencias.
Cuando Caín Magnon se dirigía de la mesa hacia la esfera transparente donde la bailarina hacia su trabajo, (en todas las esquinas las mechalolitas estaban listas para atacar), la música se detuvo y ésta descendió del atrio para ir a cambiarse. De repente una ardiente mano izquierda la tomo de la cintura y al girar la voz de un hombre galante y ávido de sexo disrrumpió sus bocinas y quedó embelesada al momento con las sucias y filosas palabras que Magnon pronuncióle sutilmente con su voz de centro de información militar y de traducción castellana.
—Vamos a mi camerino, —dijo ella apresurada— ahí harás de mí tu servicio
—continuó, sin despegarle la mirada del rostro sonriente y cínico de casanova legendario.
—Vamos pues. —Aceptó Caín. Y repentinamente un bulto enorme debajo de su cintura se bifurcó hacia ambos extremos, izquierdo y derecho. Su mueca se extendió aún más y la hermosa prostituta no pudo resistirse al comando de aliento seductor que Caín le transmitió.
Llegaron a la puerta del camerino y tan pronto fue abierta, fue cerrada bruscamente y empezaron el rito configurado en sus mecanismos por los humanos que los crearon. La diestra cumplía su trabajo y Caín gozaba. De pronto, éste la obliga a ponerse de rodillas y le indica con el dedo índice en su muslo:
—Lee lo que dice en mis pantalón.
Y ella continuó con su mecánica sin detenerse siquiera pues ignoró la orden.
—¡Te estoy hablando, puta! Antes de que continúes, debes de leer lo que he escrito en mis pantalones.
Posiblemente era otro de los defectos del gran violador. Tenía manías como los humanos y una de ellas era rayarse los pantalones con indicaciones sexuales para que lo leyeran las electroprostitutas que ponía en servicio.
—No tengo por qué hacer eso. —Contestóle la androide. — Mis comandos me remiten a mis ocupaciones. Confórmate con que te complete mi servicio para el que he sido programada.
—Te ordeno que me obedezcas, ahora, puta. De no hacerlo así, te azotaré con mi doble cerga —que era como denominaba él mismo a su enorme pene bifurcado— hasta desfigurarte el rostro y no puedas laborar nunca más aquí, ¿comprendes?... —Y la alzó de los cabellos y le hizo plasmar un gesto de terror y furia a la androide.
—¡Suéltame o gritaré! —Exclamó la bella sintética.— Si se enteran los dueños del lugar te matarán sin piedad, incluso yo puedo exterminarte si se me viene en gana, frágil hombre...
—¿Y quién ha dicho que soy un hombre? —Expresó Caín con sorna y sonriente.
La sexo servidora sintética de pronto ahogó su grito cuando Caín le propinó un fuerte puñetazo directo a la boca y le tumbó los dientes.
—¡Ahora vas a funcionar como debes funcionar, electroputa! Tu deber es servir y no cuestionar. Tu lógica no te prohíbe acatar cualquier orden salvo hacer actividades que no sean con tu mano diestra a menos que esta te faltare. ¡Ahora obdece! —Gritóle Caín cerca de su oído-bocina izquierda que no resistió el choque de polaridades magnéticas y reventó.
La electroprostituta agotada terminó por someterse. Y nuevamente hincada, mientras el magno violador desabotonaba siniestramente su pantalón para liberar el bulto que le bullía pulsándoe de frenesí sexual, leyó por fin lo que tenía que leer: “Con lengua pero sin dientes.” Y alzó su rostro desfigurado lleno de sangre y aceite para ver la cara satisfecha de su victimario que elevaba su perfil como apoteosis de una hagiografía medieval. La pobre electroprostituta continuó con su trabajo hasta que al profundo violador se le antojó lubricar con su aceite ardiendo a la electrovíctima y le pareció que ya era oportuno penetrarla. La alzó nuevamente de los sedosos y lacios cabellos y se la acomodó como pudo y la arrinconó en el muro más cercano de esa pequeña habitación llena de sutiles atavíos de noche y gala.
La pobre electroputa gemía como podía forzar su programación de gemidos. Mientras Caín no se inmutaba, indolente como todo androide ante el sufrimiento de su semejante femenino. Con su cerga doblemente penetró a la doméstica hasta desgarrarle la lámina como él había dicho y continuó forzándola hasta desorbitarle sus comandos y agotarla de su aceite cyborgvaginal. Tanta fricción de bombeo produjo el magnomacho en el cuerpo de la electrohetaira con su doble extremidad que si bien primero quemó la piel y las partes sintéticas de su cyborgvagina, una chispa aleatoria que viajó desde las partes nobles de la desgarrada maniquí hasta su sistema central de comandos hizo que le explotara la cabeza impregnando la pequeña habitación con partes cerebrales sintéticas y pedazos de carne fritos en aceite, pues las órdenes de dolor fueron forzadas a propósito por el magnoviolador. Y no fue hasta entonces que Caín derramó su aceite por toda la habitación y sobre el cuerpo de la desactivada electroprostituta.
—Eso te pasa por no obedecer mis ordenes a la primera... —Expuso Magnon satisfecho e impregnado de sangre y aceite en su rostro sereno.
Cogió una de las prendas secas y se limpió la cara y todo lo que pudo. Su indumentaria Dockers a prueba de gotas de aceite (Stain Oil Defender) repelió los desechos y las gotas sin ninguna dificultad. Se recogió el cabello con un resorte y abrió la puerta. El aroma era diferente, adentro, olía a aceite de auto y carne quemada, en el pasillo a humo y alcohol y a electroprostituta fresca.
Las cámaras del pasillo registraron la presencia y la salida de Caín Magnon del camerino de Dina y Seguridad de inmediato movilizó a las mechalolitas para que estuvieran en guardia y revisaran a la bailarina por si el violador de máquinas había incidido contra la sintética electrosexoservidora. Caín, a paso tranquilo, se sentó en su mesa y alzó la mano de nuevo, esta vez para pedir la cuenta. En los nuevos bares del sur de la ciudad todo eso se hace directamente por medio de una tarjeta, pero aquí aún se pierde mucho tiempo. De improviso un grito y una alarma precisó que las reglas del bar habían sido violadas por aquel hombre misterioso. la mesnada de mechalolitas cercaron al violador de máquinas. Le leyeron sus derechos de acuerdo a la Ley Diestra —Está arrestado, modelo Hand-droid 0-10— pero él se burló de ella y no se sometió. El grupo de electroputas pronto sintió la furia de los quijadazos de Goliat propinados por Caín.

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